Enrique Pozón Lobato
04/02/2013
Diario Córdoba.
La vida es un continuo cambio. El problema fundamental de la vejez, no es envejecer, es verse envejecer. El viejo es diferente del joven que fue, pero no deja de ser el mismo hombre. Hay que prepararse, aceptar la condición humana, comprender su verdadera realidad. Cuando se avanza en edad aparecen los signos del envejecimiento, proceso en el que estamos inmersos desde que nacemos y donde cobra importancia los cambios físicos, las enfermedades y actitudes sociales, lo que puede influir negativamente en el concepto que se tiene de sí mismo.
Hoy impera en nuestra sociedad el paradigma del cuerpo joven y se excluye todo lo que pueda recordar el paso de los años. Sin embargo para envejecer saludablemente, no hay que cuidar solo el cuerpo sino que entran en juego otros muchos factores. Uno de ellos, la autoestima, es decir, lo que cada uno piensa y siente sobre sí mismo, su valía personal, sus propias capacidades, resaltando lo inútil que es vivir pendiente de la impresión que los demás se formen de nosotros. Es la base para responder de manera activa a las circunstancias ante las que la vida nos coloca. Quien se siente a gusto consigo mismo puede desarrollar todo su potencial y superar de forma responsable y con eficacia los retos que se le planteen.
Una autoestima baja dirige a la persona mayor a la derrota, el fracaso y el pesimismo. Por el contrario hay quienes están en plena forma, totalmente capaces, llenos de iniciativas y planes de trabajo y aunque ven disminuidas algunas de sus potencialidades físicas, su mente siga lucida y disfrutan de la vida. Se ha de reconocer que todas las personas mayores, aunque diferentes, son valiosas, tienen cualidades y capacidades: tolerancia, buen humor, sentido de solidaridad, habilidad para las actividades manuales, para orientar a los demás en las labores que realizan y también para enseñar lo que han aprendido en todos sus años de experiencia a través del estudio y trabajo. Lo importante es saber descubrir en lo que somos buenos y utilizar estos para sentirnos bien con nosotros mismos.
Hemos de aprender a reconocer y manejar nuestros estados de ánimo. Podemos estar alegres, tristes, deprimidos o molestos pero si notamos que estas emociones se están volviendo negativas para nosotros mismos, debemos buscar algunas alternativas para enfrentarlas. Meditar, evitando que pensamientos negativos interfieran en nuestra conducta; utilizar el recurso musical, tocando algún instrumento, cantando, bailando o simplemente escuchando música; leer, ya que la lectura es útil no solo como un medio de relajación sino también para mantenernos informados y ejercitar la mente; realizar actividades manuales como por ejemplo la pintura, el modelado de cerámica, el tejido, la costura, la jardinería, la crianza de animales menores; aprender cosas nuevas lo que supone un ejercicio intelectual muy beneficioso para mantener nuestras capacidades funcionales; participar en grupos de la comunidad, por ejemplo, voluntariado; cuidar el aspecto personal; hacer ejercicios, como algún deporte, caminar, correr; poner en práctica valores personales, el amor, el respeto, solidaridad, comprensión; controlar la salud, asistiendo periódicamente a controles médicos- Terminamos con algunos consejos para mejorar la autoestima en las personas mayores.
"Potencie su autonomía, no admitiendo más ayuda de la que necesite; acepte sus limitaciones, con metas realistas que puedan lograrse; prémiese con sus éxitos, sintiéndose realizado; siga tomando las decisiones que le afectan; ¡salga de casa! no se encierre en sí mismo, ¡hay todo un mundo ahí fuera¡; continúe siendo útil con pequeñas y sencillas tareas domésticas y preocúpese por la vida de su entorno; tenga intimidad, ya que es importante seguir teniendo un espacio propio". La autoestima es parte de nuestra vida. Si la alimentamos diariamente a través de diversas actividades y actitudes lograremos un envejecimiento satisfactorio. Actuar positivamente, se convertirá en costumbre y mejorará la imagen.
* Doctor en Ciencias de la Educación